En Ohio, Estados Unidos, nació un bebé gracias a un embrión que había permanecido congelado por más de 30 años, batiendo así un récord mundial.

Thaddeus Daniel Pierce llegó al mundo el 26 de julio de 2025, tras desarrollarse desde un embrión creado en 1994, de acuerdo con lo publicado por MIT Technology Review.

¿Cómo se logró su nacimiento en Ohio después de tres décadas en criopreservación?
Lindsey Pierce, madre del recién nacido, y su esposo Tim, residentes de London, Ohio, adoptaron ese embrión mediante el programa Snowflakes, que facilita la adopción de embriones congelados.

“Fue un parto difícil, pero los dos estamos bien ahora”, compartió Lindsey Pierce.

La historia se remonta a los años noventa, cuando Linda Archerd, entonces de 62 años, buscaba tener un hijo mediante fertilización in vitro (FIV). De los cuatro embriones creados, uno se utilizó exitosamente y resultó en el nacimiento de su hija. Los tres restantes permanecieron congelados hasta 2022, cuando ella decidió donarlos. “Siempre sentí que era lo correcto”, explicó Archerd, quien conservó los embriones por décadas.

A causa del largo tiempo y de las técnicas de congelación empleadas en aquella época, pocas clínicas aceptaban tratar embriones tan antiguos. Finalmente, la clínica Rejoice Fertility, con sede en Tennessee y dirigida por el doctor John Gordon, aceptó el desafío. Esta misma clínica ya había logrado el nacimiento de gemelos en 2022 usando embriones que también estuvieron congelados por más de 30 años.

Tras numerosos intentos de concebir, Tim y Lindsey se mostraron dispuestos a aceptar cualquier embrión. “Seleccionábamos cualquier opción, sin importar lo que fuera”, explicó Tim a MIT Technology Review.

La transferencia del embrión se realizó en noviembre de 2024, y uno de ellos evolucionó con éxito.

Linda Archerd, la donante biológica, aún no ha conocido al bebé, pero afirma que al compararlos con su hija de hace tres décadas “no hay duda de que son hermanos”.

El nacimiento de Thaddeus ha reavivado el debate sobre la duración y viabilidad de embriones criopreservados y ha puesto el foco en el impacto emocional de la adopción embrionaria. Para los Pierce, sin embargo, lo único que importaba era: “Solo queríamos tener un bebé”, concluyó Lindsey.